16 — Decimosexto Café: Melancolía

Hola.

No sé como empezar este café, a decir verdad a penas me lo he terminado y he escrito poco más que estas líneas que ahora lees.

Quizás porque el tema de hoy es de lo que se trata, es lo que te hace hacer.

Me termino el café y pienso en todo lo que podría haber escrito si no hubiera dedicado mi tiempo a sorber este brebaje.

Pienso con detenimiento, sin anotar palabra, lo bien que estaba cuando el café estaba a la mitad.

Pienso de nuevo con detenimiento, lo bien que estaba cuando el café estaba completo.

¿Estaba mejor con el café lleno que con el café vacío? Qué pregunta más absurda debes decir.

En realidad nada de eso importa, porque la melancolía me tenía sumido en la tristeza antes de comenzar el café así como lo estoy ahora sin ese mismo café.

Últimamente noto como la melancolía se ha apoderado de mi cuerpo, de mi sentir, de mi ser y de mi forma de ver el mundo.

Soy incapaz de vivir sin ver en las personas lo que pudieron haber sido para conmigo.

Está mal y con el pesar de saberlo convivo.

Pero cuando las altas horas de la mañana llegan y solo somos tú, yo, música y este café, es todo lo que puedo decirte.

Te diría que la melancolía es una emoción necesaria, pero no lo creo de corazón.

En su lugar, te diré que es una emoción muy fuerte y dolorosa, que te hace un claro llamado, que te indica sin tapujos ni miramientos lo que de verdad acontece en tu vida.

Te señala que echas de menos, que anhelas a algo o a alguien.

No te diré que hagas nada al respecto, hay veces que es mejor digerir en soledad este trago y dar paso al siguiente.

Otras veces quizás sea sabio compartir el trago con aquellos lo suficientemente cercanos a ti como para digerirlo contigo.

Sea como fuere, rodéate de buenas personas, porque el mundo cada vez las necesita más.

Y cuídate mucho.

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