15 — Decimoquinto Café: Sin rumbo

Siento no empezar saludando, hoy no ha sido un buen día.

Quizás porque esta no ha sido una buena semana, o porque este no ha sido un gran año.

O quizás sea eso lo que me digo a mí mismo cada año.

Mira, yo sé que todos tenemos nuestros altibajos en la vida, pero ser joven en este mundo no es nada fácil. La inteligencia artificial ha invadido nuestras vidas hasta tal punto que ni siquiera podrías confiar si esto que lees ha nacido de mi alma o de mis órdenes a un frío algoritmo.

Te invito a creer en mi palabra y en el sentido de este espacio donde nos encontramos, ya que aquí no hay ánimo de lucro, solo de conexión entre tú que me lees y yo que te escribo.

Me siento sin rumbo, amigo mío. Pese a haber logrado el éxito en todos los ámbitos de mi vida, sigo sin ver una luz. Quizás esto signifique que estoy falto de ella.

No veo un futuro próspero. Veo gente desconectada de la realidad, sumergida en realidades tejidas bajo demanda dentro de sus algoritmos, y solo pienso... que no vale la pena vivir en un mundo como este.

¿Qué se supone que debería hacer? Veo a mis amigos, cada uno con sus estudios, su trabajo, su vida, pero...

¿Qué vida es esa?

Ninguno podrá independizarse sin sacrificar casi todo su salario mensual.

Ninguno podrá tener su propio hogar ni formar una familia sin renunciar a construir un patrimonio propio, una seguridad económica.

Porque pagan con su sudor las rentas abusivas que señores como sus padres derrochan en vino.

Lo repetiré porque merece ser leído de nuevo.

El vino de los rentistas despreocupados lo pagan aquellos jóvenes que solo buscan un lugar donde dormir, aquellos que sacrifican su presente y futuro por salir adelante. Pagan a rentistas que viven sin trabajar, que subsisten de rentas sin dar palo al agua, limitándose a ver cómo se desintegran los recursos de los jóvenes a quienes dan cobijo a precios desorbitados. Todo en nombre del "Mercado".

Y es que todo esto me tiene pensando.

Si no podré tener una vivienda digna sin entregar todo lo que gano, renunciando al ocio, al ahorro y a cualquier gasto extra.

Si no podré vivir una vida holgada con espacio para vacaciones y tiempo de calidad con mis seres queridos.

Si apenas tengo tiempo de decidir lo que quiero ser porque siempre llegaré tarde adonde vaya, porque siempre habrá alguien con más experiencia, más camino recorrido, mejor posicionado en la búsqueda laboral.

¿Qué sentido tiene todo esto?

Todo este sinsentido, además, en un planeta que claramente va camino a la destrucción, gracias a los abusos de quienes pueden permitirse decir que no estarán para ver los estragos que han causado en la casa de todos.

Pobres, condenados y sin futuro.

Esta es la vida que nos han dejado quienes se van. Y a nadie parece importarle lo suficiente como para hacer algo.

Disfruta de tu presente.

Y cuídate mucho.

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